martes, 5 de mayo de 2009

UNO

Me cuesta reconocer la pérdida, más ahora que nunca. Fue un lapso, fue ese lapso. Y ahora sí, mas me vale que olvide, perdí en voluntad, y perdí ese "algo" a lo que se me dificulta encontrarle otro calificativo más que "algo". Puedo detallarla y enumerarla con adjetivos elementales: inmaterial, individual, pasajero, admirable, sublime, extático, mortal, letal ¿qué más?. Estoy evadiendo, estoy evadiéndome. Estoy de luto, porque soy conciente de la especialidad, singularidad, particularidad y la propiedad de irrepetible, irreproducible e irreversible de lo que perdí. Imposible salir y buscarlo, sino lo haría. Imposible esforzarme probando de nuevo, porque la singularidad es…… incomparable porque es única, sino lo haría. Nuevamente me encuentro llenando un vaso de agua, y metiéndome en él para ahogarme, concientemente, peor no masoquista. El vaso está agujereado, y por el agujero se filtra el agua, pero yo no me escurro, no paso. El vaso es amplio, el vaso es enorme y yo, mínima ahí dentro. Me quedé apresada. La luz refleja en el cristal. Ninguno me ve, y ninguno me oye. No existe agua. El aire abunda. Pero el encierro me asfixia. Si, en este momento me estoy ahogando en un vaso sucio y vacío.

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